El cebo y el parásito: ritual y humor paumari contra el poder

Resumen

Tras la salida de su reclusión, a lo largo de los juegos rituales, la chica paumari es presentada y expuesta por las otras mujeres a diversos "predadores" puestos en escena por los hombres.  En un juego complejo de inversiones, la presentan como una "presa-cebo" para atraer a los predadores y constituirse como una trampa, una emboscada, en la que el predador, seducido por la posibilidad de someter o devorar a su presa, sólo puede caer y morir. El Jara, el blanco, suele ser el último predador en llegar. Figura más elaborada de esta etapa del ritual, es la única que se convierte en objeto de burla por parte de las mujeres y los niños, antes de ser golpeada y destrozada a palazos por ellos. Este ensayo etnográfico pretende analizar el humor y lo grotesco en el  ritual paumari, vinculándolo a la dinámica de inversiones posicionales que operan entre el punto de vista de la presa y del predador, como vector de la aniquilación simbólica del poder y a la luz de otra figura ritual, la del parásito. Una figura que configura un ideal parasitario, donde los patrones acabarían apiñados en sus posiciones dominantes, a la merced de la captura y del consumo por sus parásitos.  Pero no en un movimiento de simple inversión o anulación de posiciones, sino atravesando la relación asimétrica, creando así una posible apertura para trazar alguna línea de fuga. Abriendo la posibilidad de que los patrones se conviertan en eternos proveedores, no sólo de productos manufacturados, sino de todo lo que se considera indispensable para estar en el mundo: parientes, nombres, alimentos, intercambios y enemigos.