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Rev. Iberoam. Patrim. Histórico-Educativo, Campinas (SP), v. 9, p. 1-18, e023021, 2023.
ISSN 2447-746X
DOI: https://doi.org/10.20888/ridphe_r.v9i00.18339
Ridphe_R
SALUD, HIGIENE Y ALIMENTACIÓN EN MANUALES ESCOLARES
MEXICANOS DE LOS AÑOS SESENTA DEL SIGLO XX
María Guadalupe García Alcaraz
Universidad de Guadalajara, México
maria.galcaraz@academicos.udg.mx
RESUMEN
En este escrito analizamos los temas de salud e higiene dispuestos en los libros de texto
gratuitos, únicos y obligatorios que circularon en México en los años sesenta del siglo XX. Para
ello trazamos algunas líneas del contexto que nos permiten insertar el libro y el tema que nos
ocupa en sus lógicas de producción: las concepciones de la infancia, el lugar de la salud y de la
escuela en las preocupaciones del gobierno federal y la importancia de los libros para el
proyecto de nación. Luego seguimos dos líneas para analizar los temas de salud e higiene: la
disposición material del libro, su contenido e imágenes. Encontramos una conexión entre
discurso informativo y prescriptivo a través del cual se buscaba modificar las concepciones y
las prácticas de salud e higiene tanto de los niños como de sus familias y comunidades. Este
modelo concuerda con el discurso médico que se promovía en las instituciones de salud, recrea
las diferencias de género entre niños y niñas, articula conocimientos con prácticas de higiene
individuales y colectivas y privilegia los modos de vida de la clase media urbana.
Palabras clave: Historia de la educación, Infancia, Salud e Higiene escolar, Libros Escolares.
RESUMO
Neste artigo, analisamos os tópicos de saúde e higiene dispostos nos livros didáticos gratuitos,
únicos e obrigatórios que circularam no México na década de sessenta do século XX. Para isso,
traçamos algumas linhas do contexto que nos permitem inserir o livro e o tema de nosso
interesse em suas lógicas de produção: as concepções de infância, o lugar da saúde e da escola
nas preocupações do governo federal e a importância dos livros para o projeto de nação. Em
seguida, seguimos duas linhas para analisar as questões de saúde e higiene: a disposição
material do livro, seu conteúdo e imagens. Encontramos uma ligação entre o discurso
informativo e o prescritivo através do qual se procurou modificar as concepções e práticas de
saúde e higiene tanto das crianças como das suas famílias e comunidades. Esse modelo é
coerente com o discurso médico promovido nas instituições de saúde, recria as diferenças de
gênero entre meninos e meninas, articula saberes com práticas de higiene individuais e coletivas
e enaltece os modos de vida da classe média urbana.
Palavras-chave: História da Educação, Infância, Saúde e Higiene Escolar, Livros Escolares.
ABSTRACT
In this paper we analyze health and hygiene topics provided in the free, unique and compulsory
textbooks that circulated in Mexico in the sixties during the 20th century. For this, we trace
some lines of context that allow us to insert the book and the subject that concerns us in its
production logics: the conceptions of childhood, the location of health and school in the
concerns of the federal government and the importance of the books for the nation project. Then
we follow two lines to analyze the matters of health and hygiene: the material layout of the
book, its content and images. We found a connection between informative and prescriptive
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discourse through which it was sought to modify the conceptions and health and hygiene
practices of both children and their families and communities. This model is consistent with the
medical discourse promoted in health institutions, it recreates gender differences between boys
and girls, articulates knowledge with individual and collective hygiene practices, and favors the
lifestyles of the urban middle class.
Keywords: History of Education, Childhood, Echool Health and Hygiene, School Books.
RESUME
Dans cet article, nous analysons les sujets de santé et d'hygiène fournis dans les manuels
scolaires gratuits, uniques et obligatoires qui ont circulé au Mexique dans les années soixante
du XXe siècle. Pour cela, nous traçons quelques lignes du contexte qui nous permettent d'insérer
le livre et le sujet qui nous concerne dans ses logiques de production : les conceptions de
l'enfance, la place de la santé et de l'école dans les préoccupations du gouvernement fédéral et
l'importance des livres pour le projet de nation. Puis nous suivons deux axes pour analyser les
sujets de santé et d'hygiène : la disposition matérielle du manuel scolaire, son contenu et ses
images. Nous avons trouvé un lien entre le discours informatif et prescriptif à travers lequel on
cherchait à modifier les conceptions et les pratiques de santé et d'hygiène des enfants et de leurs
familles et communautés. Ce modèle est cohérent avec le discours médical qui se promouvait
dans les établissements de santé ; Il recrée les différences de genre entre garçons et filles, il
articule savoirs et pratiques d'hygiène individuelles et collectives, et il privilégie les modes de
vie des classes moyennes urbaines.
Mots-clés : Histoire de L´Éducation, Enfance, Santé et Hygiène Scolaires, Manuels Scolaires.
INTRODUCCIÓN: EL CONTEXTO DE LOS TEXTOS
EDUCAR Y PROTEGER A LA INFANCIA
En este trabajo nos interesa destacar el papel de la escuela en la difusión de
conocimientos y comportamientos relacionados con la salud y la higiene a través de los libros
escolares publicados en los años sesenta del siglo XX. Con ellos el Estado Mexicano buscaba
uniformar los contendidos y comportamientos a inculcar en la niñez, de ahí su carácter público,
gratuito y obligatorio. Esta estrategia se inscribe en una preocupación internacional que se
gestó tiempo atrás, ya que, desde finales del siglo XIX, se multiplicaron agentes, políticas e
instituciones orientadas a velar por el bienestar de la niñez. A la acción de la Iglesia, institución
que había fundado orfanatorios, escuelas y comedores desde la época colonial buscando salvar
almas y cuerpos, se sumaron los distintos niveles de gobierno, así como intelectuales y políticos
liberales, quienes desde una óptica secularizada pretendían forjar ciudadanos. Ese ideal
contrastaba con las diversas formas de vivir la infancia dependiendo de espacios urbanos o
rurales y de las posibilidades de subsistencia de las familias. Entre finales del siglo XIX y hasta
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la tercera década del XX la mayoría de los niños y niñas de México no tenían acceso a la
educación, trabajaban desde pequeños, vivían en condiciones insalubres y no tenían
garantizados los alimentos de cada día. En las grandes ciudades pululaban por las calles
buscando una ocupación o algo con que saciar su hambre (Lechuga, 2021 y Sosenski, 2009).
Esos pequeños se convirtieron en el principal objeto de intervención de los programas sociales
y educativos gestados por el Estado mexicano.
En paralelo se desarrolló una intensa producción cultural y comercial encaminada a
lograr una infancia sana y educada (Castillo, 2006). Los niños y niñas fueron considerados el
futuro de la patria, por lo que había que salvarlos de las garras de la pobreza, los vicios, la
perdición y las enfermedades. Esta preocupación fue compartida por las elites de distintos
países del mundo occidental, e implicaba enlazar educación, trabajo y salud. Los gobiernos
participaron en el patrocinio y circulación de conocimientos médicos y filosóficos relacionados
con el positivismo y el racionalismo, saberes que sirvieron para confiar en la capacidad
performativa de los niños, es decir, en su moldeamiento físico y mental. Además, la infancia
era vista como la fuerza de trabajo del futuro; de ahí la importancia de promover un cuerpo
sano y fuerte. Incluso, para el caso de México, hubo argumentos en torno al mejoramiento de
la raza, las cuales se apoyaban en las corrientes eugenésicas. Había también un interés
económico en tanto un cuerpo sano, garantizaría una fuerza de trabajo que abonaría a la
generación de riqueza, al desarrollo industrial y del capital.
En esta lógica la escuela fue visualizada como un lugar fundamental para que los
médicos verificaran y atendieran la salud de los menores: midiendo, auscultando, vacunando,
tareas en las que las enfermeras desempeñaron también un papel crucial, pues eran ellas las
encargadas de operar campañas, visitar domicilios y escuelas y organizar los registros de salud
de los menores. Los planes de estudio incluyeron cada vez más temas relacionados, ya no solo
con la urbanidad y sus muchos modos de dominar el cuerpo, sino también la gimnasia, la
higiene y la alimentación (Pío, 2002; Oropeza y García, 2023). Por otro lado, los congresos
fueron un espacio de difusión de estas ideas: el Higiénico Pedagógico (1882), los Congresos de
Instrucción Púbica (1889 y 1891), los Congresos de Maestros de 1919, 1920 y 1921 y el
Congreso del Niño Mexicano, celebrado también en 1921; así como el Congresos
Panamericano del niño de 1916, mismo que se siguió verificando con cierta periodicidad. En
todos se insistía en la intervención de los gobiernos en el cuidado de la infancia para garantizar
su salud y educación.
En esta dinámica, el Estado Mexicano, que surgió del movimiento revolucionario
iniciado en 1910, anudó compromisos sociales con el ideal de impulsar una nación unida en el
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mestizaje y promotora de un nuevo desarrollo económico bajo banderas de justicia social para
los grupos más pobres. Para ello era necesario educar a la infancia, lo que quedó establecido en
el Artículo de la Constitución promulgada en 1917, en donde se señalaba la obligación del
Estado de proporcionar una educación laica, gratuita y obligatoria. El reconocimiento legal del
derecho a la salud fue más tardío, pues en ese año la Carta Magna solo establecía la obligación
de los patrones de atender accidentes y enfermedades de trabajo de sus empleados y obreros;
no fue hasta 1983 que dicho derecho se elevó a rango constitucional, cuando fue modificado el
Artículo (Lugo, 2015). Algo similar ocurrió con el reconocimiento de los derechos de la
infancia, pues si bien se avanzó en el acceso a la educación y en los servicios de salud, la
Declaración de los Derechos del Niño es de 1959.
No obstante, como veremos enseguida, las normas legales siguieron ciertos ritmos que
no necesariamente se correspondieron con la creación de programas e instituciones para atender
la educación y la salud de los pequeños. En 1921 se creó la Secretaría de Educación Pública
instancia encargada de llevar la educación primaria obligatoria a todo el país y de formular
planes y programas de estudio únicos. ¿En qué medida esta política contribuyó a garantizar el
acceso a la educación? Martínez (2011, pp. 235-240) ubica dos tendencias. La primera va de
1925 año en que 83.5% de la matrícula de escuelas primarias era urbana y 16.5% rural a
1947, en que la balanza mostró cierto equilibrio: 54.7% y 45,3%, respectivamente. En números
absolutos la matrícula urbana se duplicó, mientras que la rural creció seis veces. La segunda
tendencia va de 1947 a 1965, lapso en el que la matrícula urbana tuvo un promedio anual de
crecimiento de 7.9% y la rural de 4.7%; al final de período, la primera ascendía a 60.6% y la
segunda a 30.4%. En la primera etapa, el gobierno federal mostró un interés especial por la
educación rural. Pero, en forma paralela, el país entró a una intensa fase de urbanización,
producto de la migración del campo a la ciudad, además, se redujeron los índices de mortalidad
lo que contribuyó al crecimiento demográfico y a la concentración de la población en las
ciudades
1
. A pesar de estos esfuerzos gubernamentales, el acceso universal a la educación
primaria aún era una asignatura pendiente ya que, hacia 1958, se estimaba que 4 de cada 10
niños/as entre 6 y 14 años no asistían a la escuela. Para atender este problema, el gobierno
federal planteó el Plan de Once Años en 1959, con el cual se pretendía ampliar la oferta
educativa, uniforman el plan de estudio, mejorar la organización escolar y hacer libros de texto
1
De 1900 a 1930 la tasa de crecimiento de la población fue de apenas 0.7% anual; se pasó de 13.6 a 16.6 millones
de habitantes en ese período; entre 1930 y 1950 la tasa fue de 2.2% anual, por lo que se registraron 25.8 millones
de habitantes en ese último año y, finalmente, entre1950 y 1970 la tasa de crecimiento fue de 3% anual, y el país
llegó a los 48.2 millones de habitantes (INEGI, 2001).
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únicos, gratuitos y obligatorios
2
.
En cuanto a la atención de la salud, entre los años cuarenta y sesenta, el gobierno federal
y los estatales crearon diversas instituciones para prevenir enfermedades y atender a los
menores: el Instituto Mexicano del Seguro Social (en 1943), hospitales infantiles y civiles en
las ciudades más importantes del país y clínicas especiales para atender a la población escolar
3
.
Si bien esto coadyubó a disminuir las tasas de mortalidad, en 1960 aún morían 15% de los niños
antes de cumplir los 15 años, porcentaje que se elevaba a 24% en las comunidades rurales
(Campostego, 1989). Las principales enfermedades que aquejaban a la infancia eran
gastrointestinales y respiratorias, la desnutrición y “otros estados carenciales”; los servicios
hospitalarios también se hacían cargo de los efectos a largo plazo de la poliomielitis, fiebres
reumatoides y sarampión, enfermedad que podía dejar daño neurológico si se asociaba a
meningitis. Había también una prevalencia de 4.5% de ingresos al hospital por envenenamiento
y accidentes, lo que significa que con cierta frecuencia los menores eran picados por alimañas,
bebían líquidos peligros o sufrían lesiones en su cuerpo (Álvarez, Ávila y Ordoñez, 1963).
Como veremos más adelante, en los libros se retomarán estas enfermedades y situaciones de
riesgo para enseñar a los niños a cuidar su salud y su cuerpo.
LOS LIBROS ESCOLARES Y EL PLAN DE ONCE AÑOS
Para atender los problemas antes descritos, bajo la presidencia de Adolfo López Mateos
se puso en marcha del Plan de Once Años para la Expansión y Mejoramiento de la Educación
Primaria (1959-1970). El rezago educativo acumulado se calculaba en 10 millones de
analfabetas, y la escolaridad promedio de las personas mayores de quince años era de poco
menos de tres años de estudio. Además, las autoridades reconocían un alto grado de
desnutrición lo que afectaba el desarrollo de los niños y, por si esto fuera poco, debido a la
urgencia de contar con maestros, en la década previa muchos de ellos se incorporaron a la
enseñanza con apenas la educación primaria; se calculaba que unos 27,000 docentes estaban en
esta situación. De ahí que dentro de las metas del Plan se incluyera ampliar la cobertura y lograr
mejores tasas de retención escolar; dotar a las escuela de materiales básicos para la enseñanza
como lo eran los libros de texto; formar a los profesores en servicio para lo cual se creó el
2
México sigue los principios señalados por la UNESCO. Ver Secretaría de Relaciones Exteriores (1963)
Recomendaciones de las conferencias internacionales de educación pública, 1943-1963. UNESCO-OIE.
[Suplemento de la revista pedagógica Temachtia]. México, S.P.I.
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En la Ciudad de México y en Guadalajara funcionaban clínicas escolares (Álvarez, Ávila y Ordoñez, 1963).
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Instituto Federal de Capacitación del Magisterio; ampliar el acceso de los menores a la salud y
coadyubar a mejorar su alimentación, para lo que se crearon dispensarios y se ofrecieron
desayunos escolares a través del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (Olivera, 2002).
A todo lo anterior, se sumó que diputados y senadores coincidían en que mientras los
libros implicaran un gasto para los padres de familia y en tanto no hubiese un contenido único
en ellos, resultaba imposible cumplir con la educación gratuita y uniforme consagrada en la
Constitución Política de 1917. En este marco, en 1959 se creó la Comisión Nacional de los
Libros de Texto Gratuito (hoy llamada CONALITEG), órgano encargado de producir, imprimir
y distribuir los libros para todas las escuelas primarias del país. La titánica labor estuvo
encabezada por Jaime Torres Bodet, en la Secretaría de Educación, y Martín Luis Guzmán
como encargado de coordinar la producción. Al respecto, Favela (2019, p. 1) afirma que, a
mediados de siglo, México experimentaba lo que se conoció como el “milagro mexicano”. “La
economía permitió un desarrollo sostenido, el avance tecnológico y la concentración del
ingreso; asimismo, la coalición de la educación y los resabios de un nacionalismo etnográfico
o revolucionario aún manifiesto, aunado al naciente nacionalismo internacionalista, sirvieron
de marco para explicar el desarrollo educativo y la creación de los Libros de Texto Gratuitos”.
Hubo dos generaciones de libros en el marco de esta política, la primera de 1960 y la
segunda de 1962. Esta última tuvo varias reimpresiones a lo largo de la década. Las diferencias
entre una y otra son el cambio de portada, correcciones y ampliaciones al contenido, así como
mejoras en la impresión y en la calidad de las ilustraciones. Su carácter gratuito y obligatorio
los convirtió en un objeto central para la enseñanza y fueron la puerta de acceso al mundo de la
cultura escrita para numerosos niños, niñas y familias
4
. Estos libros se volvieron icónicos en la
memoria colectiva, asociados a una poderosa imagen que les sirvió de portada y que recrea el
imaginario social de ese tiempo en torno a la nación y su grandeza (Imagen 1).
IMAGEN 1 Imagen portada de los libros editados por la CONALITEG en los años sesenta
Fuente: CONALITEG, años sesenta.
4
Entre 1960 y 1973, aproximadamente, la CONALITEG produjo un poco más de 400 millones de libros (Corona
y Santiago, 2011).
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“‘La Madre patria’ es de la autoría de Jorge González Camarena, quien […] recurrió a
elementos simbólicos y, en términos generales, propuso construir un futuro, aunque al mismo
tiempo valoró del pasado los sucesos, el personaje y la situación que consideró necesarios para
su interpretación e impacto visual. Representa a la patria por medio de una mujer con rasgos
indígenas, piel morena, cabello azabache y largo; en suma, el prototipo de la raza de origen
prehispánico. Ella es monumental, física y simbólicamente, y con una dignidad propia de las
diosas del Olimpo. Simboliza el origen de los pueblos, la patria donde nacieron los ancestros y
vivirán sus descendientes bajo la madre protectora” (Favela, p. 2).
Los libros fueron elaborados por equipos de trabajo liderados por destacados
profesores/as y académicos/as de la época. La organización lógica del conocimiento y de las
actividades iba de lo simple a lo complejo, de lo concreto a lo abstracto. Los libros contenían
ntesis de saberes científicos alternados con elementos discursivos dirigidos a los pequeños
lectores. En consonancia con las orientaciones pedagógicas de la época se buscaba que niños y
niñas aprendieran haciendo, por lo cual había “cuadernos de trabajo” con actividades
conectadas a los temas tratados en el “libro de texto”. En el cuaderno se disponían, por ejemplo:
prácticas de escritura que iban desde completar palabras o ideas y responder preguntas, hasta
redactar breves textos; ubicar hechos, secuenciar eventos y relacionar acontecimientos, dibujar,
colorear, identificar, nombrar fenómenos naturales, históricos y sociales; calcular, inferir
información, resolver problemas matemáticos, entre otros. Tanto los libros como los cuadernos
están profusamente ilustrados, aunque “Mi libro” si contiene imágenes a color y en “Mi
cuaderno de trabajo” solo se usas tinta negra. Los artistas gráficos, las y los autores, hicieron
un esfuerzo importante por tratar de vincular lo conocido por los niños con los nuevos
conocimientos, incluyendo imágenes de una vida cotidiana deseable. A pesar de sus muchas
cualidades, es innegable que la producción de estos libros se haya montada en la tensión entre
la diversidad cultural de país y la necesidad de uniformar a los mexicanos, de unirlos en un
“crisol de valores”, conocimientos y prácticas, incluidas las de salud.
EL CUIDADO DE LA SALUD, HIGIENE Y ALIMENTACIÓN EN LOS LIBROS
ESTRATEGIA ANALÍTICA
Para analizar los libros seguimos algunas sugerencias de Alzate (2000) y Chopin (2001)
definiendo dos ejes. El primero, la exterioridad del libro consiste en describir cuatro aspectos:
nivel educativo, materiales y temas; lugar de edición y género. En el segundo eje, la interioridad
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del texto, contemplamos tres categorías: a) el paratexto que consiste en la estructura del libro y
en la composición de la página, b) la textualidad, para responder a las preguntas ¿de qué tipo
de textos se trata? y ¿cómo está organizada la lección? y c) las imágenes y su relación con el
contenido.
Para profundizar en el contenido específico que nos interesa salud-higiene-
alimentación, recurrimos en primera instancia al Diccionario de la Real Academia Nacional
de Medicina de España. Usamos esas definiciones a contraluz de lo que se dice y propone en
los libros y, además, las colocamos en el horizonte problematizador de los procesos de
medicalización. La salud, según la Organización Mundial de la Salud, se define como “un
estado de completo bienestar físico, mental y social”. Bajo esta premisa, la higiene y la
alimentación son medios fundamentales para alcanzar ese bienestar. La higiene es una rama de
la medicina orientada al desarrollo de hábitos y prácticas saludables, lo cual se logra mediante
la apropiación de conocimientos y técnicas aplicables tanto a los individuos, como a las
poblaciones y lugares. El propósito es “controlar los factores que ejercen o puedan ejercer
efectos nocivos sobre la salud, con el objeto de conservarla y de prevenir las enfermedades”;
por ello, la higiene incluye la limpieza del cuerpo, sus posturas y el vestido; el aseo y orden de
los lugares en que se trabaja y habita; la prevención y atención de enfermedades a través de la
vacunación y medicación. Además, ese estado de bienestar requiere de una alimentación
“adecuada”, definida también por los médicos, pues se trata de nutrir el cuerpo con las
sustancias necesarias para que funcione correctamente. No podemos dejar de lado que en estos
conocimientos operan discursos y conocimientos que buscan medicalizar a la sociedad, y a la
infancia a través de la escuela, estableciendo regulaciones y controles que los individuos
asumen poco a poco a través de intervenciones diversas y de acuerdo con un patrón de
comportamientos mediante el cual normalizan lo correcto y lo incorrecto en materia de prácticas
de higiene y alimentación (Rodríguez y Perdiguero, (2006). En la operación de estos discursos
en torno a la salud, la higiene y la alimentación, los libros de texto dispusieron diversos
conocimiento y prácticas.
En los años sesenta la escuela primaria era el nivel educativo obligatorio en México.
Los niños y niñas cursaban seis grados. Había cinco materias: lengua nacional, aritmética y
geometría, estudio de la naturaleza, historia y civismo y, finalmente geografía. Los temas que
se veían en estas materias se hallaban integrados en los dos primeros grados y, a partir de tercer
grado, se veían como disciplinas escolares separadas, aunque un mismo libro podía contener
dos materias, como ocurría en tercero, cuarto y quinto grado. Solo cuando los niños llegaban a
sexto tenían diez libros, dos por cada materia. En “Mi libro […] ” aparecen los contenidos y en
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“Mi cuaderno de trabajo […] ”, actividades ligadas a los temas de “Mi libro” (Tabla 1).
Nosotros nos limitamos a revisar los libros de tercer a sexto grado en la materia de Estudio de
la Naturaleza que es donde se tratan los temas de salud, higiene y alimentación. Dejamos fuera
los de primer y segundo grado debido a que los temas aparecen integrados a lecciones donde se
trabaja la adquisición de la lecto escritura y las primeras nociones matemáticas.
TABLA 1 Corpus de los libros por grado y materia, generación 1962
Primer
grado
Segundo
grado
Tercer grado
Quinto grado
Sexto grado
Mi libro de
primer año
(lecturas)
Mi libro de
Lengua
Nacional
Mi libro de
Lengua Nacional
Mi libro de
Lengua Nacional
Mi libro de
Lengua
Nacional
Mi libro de
Historia y
Civismo
Mi cuaderno de
trabajo de Lengua
Nacional
Mi cuaderno
de trabajo de
Lengua
Nacional
Mi cuaderno
de trabajo de
lengua
nacional
Mi cuaderno
de trabajo
Mi Cuaderno de
trabajo de
Lengua
Nacional,
Historia y
Civismo
Mi libro de
Geografía
Mi libro de
Geografía
Mi libro de
Aritmética y
Geometría
Mi libro de
Aritmética,
Geometría y -
Estudio de la
Naturaleza
Mi cuaderno de
trabajo de
Geografía
Mi cuaderno
de trabajo de
Geografía
Mi cuaderno
de trabajo de
Aritmética y
Geometría
Mi libro de
trabajo de
Aritmética,
Geometría y
Estudio de la
Naturaleza
Mi libro de
Historia y
Civismo
Mi libro de
Historia y
Civismo
Mi libro de
Geografía
Mi cuaderno de
trabajo de
Historia y
Civismo
Mi cuaderno
de trabajo de
Historia y
Civismo
Mi cuaderno de
trabajo de
Geografía.
Mi libro de
Aritmética,
Geometría y
Estudio de la
Naturaleza
Mi libro de
Aritmética,
Geometría
Mi cuaderno de
trabajo de
Aritmética,
Geometría y
Estudio de la
Naturaleza
Mi cuaderno
de trabajo de
Aritmética y
Geometría
Mi libro de
Estudio de la
Naturaleza
Mi cuaderno
de trabajo de
Estudio de la
Naturaleza
Fuente: Elaboración propia a partir de la información dispuesta en https://historico.conaliteg.gob.mx/.
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LOS EXTERIORES DEL LIBRO
Los libros tenían un formato común en cuanto a la portada, contraportada e interiores;
solo cambiaba el título y los autores. Todos incluían “Mi servicio a México”, una oración cívica
que buscaba despertar en los niños acciones y emociones en torno a su compromiso con el país,
para “contribuir a su grandeza […] mediante el trabajo material, intelectual y moral […] de sus
hijos”. Algunas de las consignas de este texto estaban dedicada a la salud: “Trabajaré siempre
por la salud física y mental del pueblo mexicano, para que podamos todos juntos disfrutar
alegremente de la capacidad de sentir, estudiar y trabajar” (Novaro, Mi cuaderno de trabajo, 4to
grado, p. 152). Había también un recuadro para que cada niño escribiese su nombre, de este
modo se evitaban confusiones en tanto todos los libros eran iguales y era una forma de cada
usuario se apropiaba del impreso. Los libros que revisamos corresponden a la generación de
1962.
EL PARATEXTO Y ESTRUCTURA
La organización de los libros incluye capítulos, temas y subtemas lo que permite
jerarquizar la disposición de contenidos para ellos se usan negritas y varios tamaños de letra. A
diferencias de los libros escolares actuales que tienen múltiples marcadores textuales
relacionados con tipos de letra, diversidad de imágenes, recuadros, llamadas, colores y ligas, la
disposición de la página es relativamente sencilla, ya que solo incluye textos e ilustraciones. En
ocasiones se usan negritas para resaltar algún concepto o frase. En concordancia con la lógica
de ampliar y profundizar en la información, conforme se avanza de un grado a otro, los libros
tienen más temas y más páginas. En Mi libro de Estudio de la Naturaleza, en el tercer grado se
abordan 14 temas; en cuarto y quinto, 19, y en sexto, 36. En tercero hay 96 páginas de la materia
que nos ocupa; en cuarto grado, 110; el libro de quinto tiene 122, y el de sexto, 209 páginas.
Más allá de los números, observamos recurrencia de temas y ampliación y profundización de
los contenidos.
DISPOSICIONES TEXTUALES E IMÁGENES
Las lecciones y su contenido suponen un determinado uso didáctico que va de lo simple
a lo complejo y de la transmisión de información a la promoción de la acción. El contenido
“científico” se presenta a través de párrafos conformados por descripciones. Después, esta
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información se relaciona con textos indicativos prescriptivos, a través de los cuales se dice a
los niños qué hacer en relación con el cuidado de su cuerpo, la salud y la higiene. Un segundo
elemento es la ampliación del vocabulario. Las palabras “nuevas”, o consideradas por los
autores como de difícil comprensión, se resaltan dentro del texto con negritas y remiten a un
glosario. El usuario del libro debería de recurrir a él para aclarar el término. Este mismo recurso
tipográfico se utiliza para resaltar información relevante, misma que luego se relaciona con
preguntas o actividades dispuestas en el cuaderno de trabajo. En ocasiones se intercalan
preguntas de diverso tipo, algunas buscan despertar el interés de los pequeños; por ejemplo,
“¿Cómo podemos cuidar nuestra salud?”, o bien llaman su atención sobre el contenido del texto
o de las ilustraciones: “Observa la ilustración. ¿Qué está haciendo el niño?”. En pocos casos se
incluyen narraciones que buscan recrear la vida cotidiana de los niños; por ejemplo, un paseo
familiar al campo, a partir de los cual se introducen conocimientos relacionados con la
importancia de los bosques para la producción de oxígeno.
Identificamos tres tipos de imágenes las cuales relacionamos con una intención
didáctica o de uso
- Los esquemas son una síntesis para guiar la atención del lector hacia lo
importante de la lección. Se usan para presentar información que se puede clasificar; por
ejemplo, tipos de tejidos de los vertebrados superiores (Coronado, 1962, Mi libro, 6to grado, p.
25) o la clasificación de animales vertebrado e invertebrados (Novaro, 1962, Mi libro, 5to
grado, p. 147 y 148).
- Dibujos que se refieren a figuras u objetos, que guardan relación con el
contenido o con el tema en estudio. Esto ocurre, por ejemplo, en el tema del agua que muestra
una imagen de la lluvia cayendo sobre un pueblo, o la de un canguro en una lección que trata
sobre animales raros.
- Las ilustraciones que hacen una clara referencia a lo expresado en el texto. Son
imágenes que amplían lo explicado e informado en el escrito. Por ejemplo, imágenes del
sistema respiratorio, circulatorio o digestivo, o bien de los órganos de los sentidos. Estas son
las más abundantes.
Debido a las tecnologías de la época, no hay fotos; todas las imágenes fueron hechas
por artistas gráficos, y en su intento por la objetividad asemejan a la realidad. Se usa una gama
muy limitada de colores, en lo cual corresponde a las posibilidades de impresión de la época
para un volumen tan grande de libros. La función de las imágenes en el libro de texto es
consistente con las ideas pedagógicas y didácticas en relación con la enseñanza de las Ciencias
Naturales. Se trataba de informar a los niños y niñas y, a través de ejemplos, derivar una
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aplicación en su vida cotidiana. No se trataba de promover el desarrollo de un pensamiento
científico, sino de “transmitir” ese conocimiento y deducir prácticas de salud, higiene y
alimentación.
Podemos identificar líneas temáticas recurrentes en los tres grados, y que se asocian al
cuidado de la salud:
a) Lecciones que de manera específica abordan la salud, la higiene y la
alimentación. Por ejemplo:
IMAGEN 2 Mi Libro, p. 119 IMAGEN 3 Cuaderno de trabajo, p. 96
Fuente: Novaro, 1962, 3er año, Mi Libro, p. 119 Fuente: Novaro, 4to año. Cuaderno de trabajo, p. 96.
b) Temas como el agua, luz y aire se vinculan a fenómenos naturales y a su
importancia para la vida vegetal y animal; de ahí se infieren enfermedades y prácticas de higiene
y de alimentación, como son el baño diario, los alimentos y la dieta balanceada, el lavado de
manos, frutas y verduras, los peligros del agua contaminada.
c) La fisiología del cuerpo humano, fundamentalmente los órganos sensoriales
(ojos, oídos, etc.) y los sistemas (digestivo, respiratorio, etc.) de los que se describen sus partes
y su funcionamiento. A la exposición de estos temas siguen los de enfermedades y cuidados. a
En ellos se insiste en la importancia del ejercicio, la higiene y la alimentación para un desarrollo
sano. E incluso se definen directrices sobre el modo correcto de caminar o de sentarse.
d) Microrganismos y las enfermedades que causan, así como insectos que
transmiten enfermedades, lo cual luego se relaciona con la prevención, mediante medidas de
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higiene y vacunación, y también se indica a los niños qué hacer en caso de enfermedad o
accidentes.
El decálogo de salud que aparece en tercer grado sintetiza el entrecruzamiento de
contenidos científicos y la disposición de práctica en torno a la salud, la higiene y la
alimentación.
IMAGEN 4 Mi Libro, p. 164
Fuente: Novaro, 1962, Tercer grado, p. 164.
Por último, hay una doble lógica en cuanto al cuidado de la salud: la higiene personal y
la higiene colectiva. En la primera: “[Se trata de] establecer reglas higiénicas que favorecen
nuestra salud. Para saber lo que nos hace bien y conocer lo que nos perjudica hay que estudiar
primero el organismo humano, sus funciones y sus órganos” (Novaro, 1962, 5to, grado, p. 100).
Aquí se encuentra el ámbito de la regulación individual que implica la interiorización de normas
y comportamientos generales, que se vuelven personales al practicarlos en la vida cotidiana. Se
trata de que el niño asuma con responsabilidad el cuidado de su cuerpo. En la higiene colectiva
se postula la colaboración de todos para que el entorno en el que vive sea higiénico y saludable.
Aquí está implicada claramente una política cultural, pues el Estado busca modificar los
comportamientos sociales, penetrando en los espacios familiares y comunitarios para
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transformar sus prácticas de higiene. La higiene colectiva se define como:
[…] un conjunto de reglas que tienden a lograr la salud, el bienestar y la
seguridad no de los individuos aislados, sino de los grupos sociales; pues si
bien es muy importante la higiene de cada uno, ella debe complementarse con
la de la casa, la escuela y, en general, con la de todo lo que rodea al individuo.
Este aspecto de la higiene debe interesarte tanto como tu higiene personal,
pues algún día tendrás que velar por la salud de quienes se hallen bajo tu
dependencia (Coronado, 1962, 6to grado, p. 13).
La escuela no estaba sola en esta tarea, para entonces, al esfuerzo del gobierno federal
por ampliar el sistema de atención médica, tanto a través de la Secretaría de Salubridad y
Asistencia como del Instituto Mexicano del Seguro Social, se sumó también el de los gobiernos
estatales. Hubo brigadas médicas itinerantes, centro de salud, campañas de vacunación y en
contra del alcoholismo y diversas campañas de concientización de prácticas higiénicas que
aprovecharon nuevas y viejas tecnologías de comunicación, como el cine y el teatro guiñol. En
consonancia con esto, los libros también indicaban a los niños la importancia de atender todos
estos temas en su vida personal y familiar.
CONCLUSIONES
Es difícil sopesar cómo los niños y las niñas se apropiaron de los contenidos sobre salud,
alimentación e higiene que se disponían en los libros. Sin embargo, afirmamos que quienes
asistieron a la escuela en la década de los sesenta aprendieron contenidos y modificaron sus
prácticas en cierta medida. Aunque reconocemos que este cambio no estuvo exento de
tensiones, contradicciones y acompañamientos de otras políticas sociales. La escuela fue vista
de manera dual: como un espacio en el que se originan y propagan las enfermedades infecciosas,
pero también como el espacio ejemplar para generar nuevos comportamientos, donde se acoge
y protege, y se transforman los hábitos, lo cual tuvo un efecto de resonancia en las familias de
los niños y en las comunidades, de ahí esa doble articulación que se despliega en los libros al
abordar la higiene individual y colectiva.
En cuanto a las tensiones, los contenidos e imágenes de los libros refieren una sociedad
fundamentalmente urbana e inscrita en un desarrollo económico sostenido. Y, cuando se
incluyen escenas rurales, estas tienen cierto dejo romántico. Las imágenes presentan el mundo
deseable, pero que, a su vez, invisibilizan las otras realidades, el de las familias y comunidades,
rurales o urbanas que vivían al día, sin servicios de agua, drenaje o luz, y por tanto sin
condiciones para elegir una alimentación saludable, bañarse con frecuencia o hacer un ejercicio
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metódico, lavar frutas y verduras, mantener limpia la casa y libre de plagas e insectos dañinos,
como se recomendaba en los libros.
Por otro lado, el saber médico, fisiológico y biológico, presente en los libros se presenta
como algo acabado e inmutables; por tanto, incuestionable. La mediación para escolarizar ese
conocimiento es su recursividad, ya que los temas se tocan de forma cíclica, y la información
se va ampliado y profundizando conforme se avanza de grado. En este proceso, destaca el
esfuerzo de las autoras e ilustradores por acercar ese conocimiento al entendimiento infantil.
También es destacable, el efecto democratizador del saber, debido a la accesibilidad y gratuidad
de los libros, aspecto significativo en una sociedad donde la posibilidad de acceder a la cultura
escrita era muy limitada.
Los cambios en el cuidado de la salud a los que refieren los libros de texto no se dieron
en soliloquio, sino en compañía de los programas y campañas impulsados por otras instituciones
gubernamentales, lo cual amplificó su efecto. El cuidado de la salud que se dispone en los libros
de texto se inserta en una red de acciones del Estado Mexicano, cuyos efectos solo es posible
sopesar con el correr de los años, por lo que sería necesario preguntarnos de qué forma han
cambiado nuestras prácticas y concepciones sobre la higiene y sus efectos; por ejemplo, en la
disminución de las tasas de mortalidad y, en cómo el acceso a servicios públicos es ahora una
demanda constante de las comunidades; el agua y el alcantarillado o la recolección de basura
se convirtieron en una necesidad para las familias. Además, hay ahora otros problemas
relacionados con la alimentación y la aparición de nuevas enfermedades debidas al
sedentarismo, al consumo de alimentos procesados y a la aparición de nuevos organismos
patógenos que circulan de forma rápida y global. Pensamos que hoy como ayer, la escuela es
un espacio privilegiado para instruir en temas y prácticas de la salud: higiene y alimentación.
Por otro lado, observamos que en la representación de la infancia y en el cuidado de la
salud que se muestra en los libros hay un adultocentrismo que establece dispositivos de
obediencia, reglas y prácticas informadas que los niños deben seguir. En esta mirada hay un
modelo de infancia urbana, limpia, escolarizada; los niños y niñas viven en el seno de una
familia nuclear, bajo el cuidado de los padres; sin embargo, entre las infancias que se ocultan
en los pliegues de lo no dicho en los libros están aquellas que viven en condiciones poco
higiénicas y que son el principal objeto de intervención.
Si bien, el discurso sobre el cuidado de la salud está dirigido a los niños y niñas que
acuden a las escuelas, la intervención busca modificar concepciones y prácticas de la familia
en su conjunto. En consonancia con la prevalencia de las desigualdades de género, los libros
reproducen una dinámica familiar, en donde las niñas llevan en sus hombros, al igual que sus
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madres, el cuidado de todos los integrantes de la familia: se encargan del aseo de la casa y de
la preparación de los alimentos, curan heridas y cuidan enfermos, llevan a los menores a los
centros de salud. Hay también algunos aspectos emocionales en las lecciones sobre salud que
resultan paradigmáticas y que habría que explorar con mayor profundidad. Para lograr la
obediencia a las normas higiénicas hay un tono discursivo que inspira cierto temor a las
enfermedades parasitarias o infecciosas. También se recrea, sobre todo en las imágenes, la
inversión emocional de la niña/madre en el cuidado amorosa y afectivo hacia los miembros de
la familia. Ellos, a veces, colaboran barriendo, acarreando agua y, al menos, se hacen cargo de
su higiene personal. De este modo, los libros reflejan esas diferencias de género de la época.
Es importante señalar el alto valor formativo e informativo que se presenta en los libros
analizados, pues en forma paralela al despliegue de contendido se tejen puentes con prácticas y
con formas de vida cotidiana, además de transmitir normas de urbanidad, de moral y de ética,
encaminadas a que los niños aprendan a convivir bajo ciertas reglas sociales. La instrucción en
estas reglas, no se consideraba solo obligación de los padres, sino que la escuela y los maestros
contribuían también a formar mejores ciudadanos.
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Recebido em: 14 de novembro de 2023
Aceito em: 30 de dezembro de 2023