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ORDEN BASADO EN EL APOYO MUTUO: RAZÓN ANARCOMAGONISTA Y
PUEBLOS INDÍGENAS EN OAXACA, MÉXICO
Benjamin Maldonado Alvarado
Universidad Nacional Autónoma de México
benjaoax@yahoo.com.mx
RESUMEN
El movimiento anarquista mexicano conocido como magonismo encontró en el modo de vida
indígena la experiencia histórica colectiva que podría llevar a organizar la sociedad de manera
libertaria y autogestiva después del triunfo de la revolución contra el Estado, a pesar de que
consideraban esa forma de vida recientemente vencida por el capitalismo. La realidad es que la
comunalidad o modo de vida comunal de las comunidades indígenas mesoamericanas sigue
viva ampliamente en lugares como Oaxaca, por lo que sigue siendo la base para la organización
de un mundo libre y sus jóvenes se forman cada vez más en recuperarla en su sentido de
resistencia hacia la liberación.
Palabras clave: Anarquismo magonista. Resistencia indígena. Autogestión comunal.
ORDEM SOCIAL BASEADA NO APOIO MÚTUO: RAZÃO ANARCO-MAGONISTA
E POVOS INDÍGENAS EM OAXACA, MÉXICO
RESUMO
O movimento anarquista mexicano denominado Magonismo encontrou no modo de vida
indígena a experiência histórica coletiva que levaria à organização da sociedade libertária e
autogestionária após o triunfo da revolução contra o Estado, apesar de considerarem esse modo
de vida recentemente derrotado pelo capitalismo. Mas a comunalidade ou modo de vida
comunal das comunidades indígenas mesoamericanas ainda está amplamente viva em lugares
como Oaxaca, razão pela qual continua sendo a base para a organização de um mundo livre e
seus jovens são cada vez mais treinados para recuperá-la em seus sentidos de resistência, rumo
à libertação.
Palavras-chave: Anarquismo magônico. Resistência indígena. Autogestão comunitária.
SOCIAL ORDER BASED ON MUTUAL AID: ANARCHO-MAGONISTIC REASON
AND INDIGENOUS PEOPLES IN OAXACA, MEXICO
ABSTRACT
The Mexican anarchist movement called Magonismo found in the indigenous way of life the
collective historical experience that would lead to organizing the libertarian and self-managed
society after the triumph of the revolution against the State, despite the fact that they considered
that way of life recently defeated by capitalism. . But the communality or communal way of
life of the Mesoamerican indigenous communities is still widely alive in places like Oaxaca,
which is why it continues to be the basis for the organization of a free world and its young
people are increasingly trained to recover it in their sense of resistance. towards liberation.
Keywords: Magonistic anarchism. Indigenous resistance. Community self-management.
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ORDRE SOCIAL BASÉ SUR L'AIDE RÉCIPROQUE: RAISON ANARCHO-
MAGONIQUE ET PEUPLES INDIGÈNES À OAXACA, MEXIQUE
RÉSUMÉ
Le mouvement anarchiste mexicain appelé Magonismo a trouvé dans le mode de vie indigène
l'expérience historique collective qui conduirait à l'organisation de la société libertaire et
autogérée après le triomphe de la révolution contre l'État, malgré le fait qu'ils aient considéré
ce mode de vie récemment vaincu par le capitalisme. . Mais la communauté ou le mode de vie
communautaire des communautés indigènes mésoaméricaines est encore largement vivace dans
des endroits comme Oaxaca, c'est pourquoi elle continue d'être la base de l'organisation d'un
monde libre et ses jeunes sont de plus en plus formés pour le récupérer dans leur vie. sentiment
de résistance vers la libération.
Mots-clés: Anarchisme magonistique. Résistance indigène. Autogestion communautaire.
En memoria de Chantal López, Omar Cortés, Humberto
Escobedo, el Tobi Libertario, Jacinto Barrera y Ward Albro,
difusores del magonismo fallecidos en la última década.
INTRODUCCIÓN
El magonismo (1900-1918) es un movimiento social mexicano que se radicalizó hacia
el anarquismo, y se caracterizó por la fuerza de las propuestas de sus ideólogos, especialmente
Ricardo Flores Magón, nacido en la sierra indígena mazateca de Oaxaca. Exiliados en los
Estados Unidos desde 1904, realizaron una férrea y permanente labor de organización
insurreccional y de difusión de sus ideas. Desde 1910 el lema de su lucha fue ¡Viva Tierra y
Libertad! que consistía en acabar con el Estado: capital, clero y autoridad, a través de grupos
armados que tomaran ciudades y comunidades rurales para reorganizar su vida libremente, con
base en la experiencia histórica de la vida en las comunidades indígenas, que estaba en la
memoria de los habitantes del campo y la ciudad.
Ese modo de vida de las comunidades indígenas de origen mesoamericano ha sido
concebido como “comunalidad” o modo de vida comunal desde 1980 en Oaxaca por
intelectuales indígenas y eso liga directamente la experiencia magonista con las luchas actuales
de los pueblos y comunidades.
Si hoy se reconocen como indígenas casi dos millones de oaxaqueños, hace un siglo la
gran mayoría de los 16´000,000 de mexicanos que habitaban el país eran indígenas o
descendientes directos de ellos.
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Para el argumento de este texto recurrí a conceptos básicos: resistencia, autogestión,
apoyo mutuo, comunidad, comunalidad con los cuales leer la propuesta magonista y
contrastarla con la evidencia etnográfica del modo de vida en comunidades oaxaqueñas.
EL SENTIDO DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA MAGONISTA
Los magonistas son considerados por la historia oficial como precursores de la
revolución mexicana, pese a que su lucha era diametralmente distinta: contra el Estado y no por
su control. Ciertamente, la agitación política previa al movimiento de 1910 estuvo a cargo sobre
todo de los magonistas y en su Plan y Programa del Partido Liberal Mexicano, de 1906,
llamaban a derrocar al presidente az y a hacer mejoras desde el poder. Pero ya en el mismo
1906 (y luego en 1908 y en 1911) el PLM organizó tres levantamientos que no buscaban
derrocar al presidente sino acabar con el poder en distintas ciudades y comunidades para
reorganizar la vida de manera libertaria. El documento que marca el carácter y sentido de la
lucha anarquista de los magonistas es el Manifiesto del 23 de septiembre de 1911.
En este Manifiesto la idea básica con que se llama a la lucha es que el capitalismo ha
despojado al pueblo de sus riquezas, tanto de sus medios de producción como de su propio
trabajo, sumiéndolo en la miseria y en la ignorancia, por lo que debe expropiar lo robado para
recuperar el rumbo de su vida. Esa situación era sostenida por la “trinidad sombría” o “hidra de
tres cabezas”, por lo que la lucha debía acabar con sus representantes: explotadores,
gobernantes y curas.
El Partido Liberal Mexicano reconoce que el Capital, la Autoridad y el Clero
son el sostén de la iniquidad y, por lo tanto, la Junta Organizadora del Partido
Liberal Mexicano ha declarado solemnemente guerra a la Autoridad, guerra
al Capital, guerra al Clero. (MANIFIESTO 23/sept/ 1911).
La lucha debía ser local para multiplicarse y avanzar a otros niveles, acabando con esos
tres componentes del Estado y recuperando de inmediato sus bienes arrebatados:
Los habitantes de cada región en que tal acto de suprema justicia se lleve a
cabo no tienen otra cosa que hacer que ponerse de acuerdo para que todos los
efectos que se hallen en las tiendas, almacenes, graneros, etc., sean conducidos
a un lugar de fácil acceso para todos, donde hombres y mujeres de buena
voluntad practicarán un minucioso inventario de todo lo que se haya recogido,
para calcular la duración de esas existencias… Hecho el inventario, los
trabajadores de las diferentes industrias se entenderán entre sí fraternalmente
para regular la producción; de manera que, durante este movimiento, nadie
carezca de nada. (MANIFIESTO 23/sept/ 1911).
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Con este sentido de lucha hubo tres intentos insurreccionales: en septiembre de 1906
destacando el levantamiento en Veracruz, en junio de 1908 destacando en Coahuila y
Chihuahua y en 1911 en la Baja California, cuando ya había triunfado la “revolución mexicana”
y estaba Francisco Madero en el poder.
En ese cambio radical de rumbo, la presencia de lo indígena tendría un papel relevante,
y es justamente eso lo que permite ver tanto la radicalidad del magonismo como su presencia
en las formas contemporáneas de vida y lucha de numerosas comunidades de origen
mesoamericano (MALDONADO, 2012).
COMUNALIDAD MESOAMERICANA EN OAXACA
La forma de vida comunal o comunalidad es la manera histórica en que están
organizados la mayoría de los oaxaqueños. En el estado de Oaxaca habita un total de 4´132,148
personas en más de 3,000 comunidades (INEGI, 2020); solamente 43 poblaciones tienen más
de 10,000 habitantes. Más de 1´200,000 personas son hablantes de lengua indígena, pero la
mayoría de los oaxaqueños viven en comunidades pequeñas de origen mesoamericano, lo que
significa que aunque no hablen su lengua originaria siguen organizados de manera comunal.
Por comunalidad entendemos una forma de organización en un espacio específico (la
comunidad) a partir de una mentalidad colectivista (MALDONADO, 2015). Esta mentalidad
les permitió a los sobrevivientes de la devastación virreinal a causa de las epidemias sufridas
en el Siglo de la Depresión (1530-1630), en el que murió el 90% de la población (BORAH,
1975), resignificar la forma de vida que les impuso la Corona española al congregarlos en
comunidades como las conocemos hoy y producir lo suficiente para alimentarse y pagar
puntualmente los pesados tributos. Y también desde esa mentalidad se resignificó la institución
europea de control administrativo, que es el municipio, impuesto a toda la población en el siglo
XIX, hasta someter el poder exterior desde la organización interna.
Las comunidades oaxaqueñas están habitadas por descendientes de los pueblos
prehispánicos que ocupaban esta parte de Mesoamérica. Por ello es que más de 1´000,000 de
personas sigue hablando alguna de las 16 lenguas indígenas, algunas tan numerosas como el
zapoteco con casi 400,000 hablantes y el mixteco con más de 250,000, o con pocos hablantes,
como el chocholteco y el ixcateco, con menos de 500.
Las comunidades han logrado en buena medida mantener el control sobre su territorio
al serles reconocida la propiedad de la tierra como comunal y no individualmente. Así, las
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familias que conforman las comunidades están constituidas por personas que comparten
historia, cultura y lengua en el mismo lugar que sus antepasados. Y es desde allí, desde las
comunidades, que han resistido más de cinco siglos de agresión colonial, primero europea y
luego mexicana.
Compartir cultura genera una forma de identidad con lo que se siente propio, y al
participar desde lo propio la comunidad reconoce a la persona y su familia como parte de la
comunidad cultural, territorial e histórica. La cultura compartida incluye una cosmovisión, un
conjunto de conocimiento del mundo, un sistema normativo de relaciones, una forma de atender
la salud, etcétera.
La comunidad es entonces un espacio territorial en que vive por generaciones un
conjunto de familias culturalmente afines que construyen un fuerte tejido social mediante la
comunalidad (BARABAS; BARTOLOMÉ; MALDONADO, 2004).
La forma de vida comunal en las comunidades de origen mesoamericano diferencia a
los indígenas del resto de la sociedad nacional, cuyo origen occidental los inserta en un modo
de vida individualizante. La comunalidad, a diferencia del individualismo, genera un tejido
social sólido, estrecho y permanente, que se reafirma constantemente a partir del principio ético
fundamental que es la reciprocidad (el espíritu profundo del apoyo mutuo señalado por
Kropotkin) y de la ritualización de relaciones interfamiliares mediante el compadrazgo y en
menor medida la unión matrimonial. La reciprocidad es un circuito constante de intercambio
de apoyos, tanto en especie (alimentos principalmente) como en trabajo gratuito, de apoyo a la
comunidad o entre familias. Idealmente, la organización comunal ha tenido su fortaleza en
cinco elementos: el poder, el trabajo, el territorio, la fiesta y la milpa (RENDÓN, 2003).
El poder comunal es la forma propia de organizar el poder municipal. Lo propio está
conformado por una institución: la asamblea general, que es reconocida por la comunidad como
el máximo órgano de poder, es decir, como un órgano de representación constituido por todas
las familias de la comunidad que impide que las autoridades electas impongan su voluntad y
criterios sobre la comunidad. Esto se refuerza con otro elemento, que es el sistema de cargos.
Consiste en un sistema para ocupar los distintos puestos o cargos de gobierno municipal, y para
garantizar que se mantenga dentro de lo propio comunitario, el trabajo en estos puestos (desde
el presidente hasta el policía) son obligatorios y gratuitos, nombrados en asamblea por la
comunidad de acuerdo a sus méritos en servicios previos; el trabajo es de tiempo completo, lo
que exige una reorganización familiar para suplir el aporte del elegido. En este sistema de
escalera, para ser presidente municipal se requiere haber sido electo en puestos más bajos y
haber cumplido satisfactoriamente. En términos generales, un presidente municipal en estas
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comunidades es una persona que trabajó gratuitamente más de diez años en distintos puestos,
cuya duración es de uno a tres años de servicio y descansos intermedios. Y no hay forma de
evitarlo, pues quien se niega a cumplir con sus obligaciones no tiene derechos, principalmente
a la tierra. Dependiendo del puesto o cargo, los migrantes pueden cumplir con suplentes o deben
regresar a la comunidad por el periodo que dure el cargo. Las autoridades se han elegido en
asamblea cada tres años (no mediante urnas y votos) y este sistema fue aprobado en 1995 por
el gobierno de Oaxaca, eliminando la participación de partidos políticos en elecciones
municipales en 412 de los 570 municipios del estado de Oaxaca.
El trabajo comunal es gratuito y de dos tipos: en beneficio de la comunidad, a través de
obras como arreglo del camino, construcción de edificios públicos, aseo, etc. y se llama tequio.
Cuando la autoridad llama a tequio, miembros de cada familia llegan con sus herramientas al
lugar de concentración y trabajan todo el día; a veces comparten comida. A su vez, la ayuda
entre familias se llama guelaguetza, guesa, gozona, etc. y es el apoyo mutuo. Por ejemplo, si
alguien necesita limpiar un pozo llama a algunos vecinos, quienes le ayudan a cambio de
comida y bebida y sobre todo del compromiso de acudir en su ayuda cuando se lo soliciten.
Es importante señalar que comúnmente las pesadas obligaciones derivadas del poder
comunal y del trabajo, así como las cooperaciones que se establecen, son asumidas con gusto
por las personas, no como una carga indeseable sino con la alegría sincera por compartir con
los demás.
El territorio comunal es el espacio donde la comunidad es poder a través de su asamblea.
Generalmente es un espacio asignado en propiedad colectiva por el gobierno, de manera que es
una autoridad comunitaria la que determina, con apoyo de su asamblea, la distribución de tierras
a las familias que cumplen con sus obligaciones. Culturalmente, es un espacio compartido con
seres sobrenaturales y sagrados, a los que solicitan apoyo y en reciprocidad llevan bienes
mediante rituales.
La fiesta comunal es el momento colectivo de celebración cultural del gusto de ser
comunidad. Las fiestas duran de uno a tres días o más y en promedio cada comunidad organiza
más de cinco fiestas al año, además de asistir a fiestas en comunidades vecinas.
La milpa es el espacio de producción agrícola. En ella se cultiva tradicionalmente maíz
con frijol, calabaza y chile. En la gica comunal, la milpa es el centro de la vida, porque se ella
depende la alimentación producida localmente, lo que daba fuerza autogestiva a la comunidad.
Las formas en que se vive la comunalidad es muy distinta entre una y otra comunidad,
dependiendo de la fuerza con que se haya resistido a la penetración colonial y al despojo
capitalista. Y destaca el hecho de que tantos años de probar querer servir gratuita e intensamente
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al bien común, forma a las personas en la responsabilidad necesaria para la autogestión
(MALDONADO, 2013).
APORTES DEL MAGONISMO A LAS PERSPECTIVAS ANARQUISTAS
Tiene mucha razón Carlos Taibo (2018) cuando advierte sobre los riesgos y equívocos
al llamar anarquistas a prácticas libertarias que no estaban necesariamente ligadas a la ideología
anarquista de origen europeo ni eran una de sus formas de expresión. En esa perspectiva,
podríamos considerar al magonismo como un anarquismo de ultramar que supo mirar y valorar
el potencial de las prácticas libertarias de las comunidades indígenas para la reconstrucción de
la sociedad al triunfo de la revolución completa.
Dos conceptos clave que se pueden encontrar en el magonismo como planteamiento
revolucionario que implica lo indígena, son el de autogestión y resistencia.
La comunalidad autogestiva que valora Ricardo Flores Magón
El vínculo y aporte sustancial entre magonismo y comunalidad indígena mesoamericana
está en la insistencia -especialmente de Ricardo Flores Magón- en las formas autogestivas de
reorganización de la sociedad postcapitalista, es decir de la comunidad libre, que podría
levantarse con base en la experiencia histórica de la vida comunal indígena. El texto más amplio
en que lo expone es el siguiente:
En México viven unos cuatro millones de indios, que hasta hace veinte o
veinticinco años vivían en comunidades, poseyendo en común las tierras, las
aguas y los bosques. El apoyo mutuo era la regla en esas comunidades… todos
tenían derecho a la tierra, al agua para los regadíos, al bosque para la leña y a
la madera para construir los jacales. Los arados andaban de mano en mano,
así como las yuntas de bueyes. Cada familia labraba la extensión de terreno
que calculaba ser suficiente para producir lo necesario, y el trabajo de escarda
y de levantar las cosechas se hacía en común, reuniéndose toda la comunidad,
hoy, para levantar la cosecha de Pedro, mañana para levantar la de Juan y así
sucesivamente. Para fabricar un jacal, ponían manos a la obra todos los
miembros de la comunidad.
Estas sencillas costumbres duraron hasta que, fuerte la Autoridad por la
pacificación completa del país, pudo garantizar a la burguesía la prosperidad
de sus negocios. Los generales de las revueltas políticas recibieron grandes
extensiones de terrenos; los hacendados ensancharon los límites de sus feudos;
los más viles politicastros obtenían como baldíos terrenos inmensos, y los
aventureros extranjeros obtuvieron concesiones de tierras, bosques, aguas, de
todo, en fin, quedando nuestros hermanos indios sin un palmo de tierra, sin
derecho a tomar del bosque ni la más pequeña rama de un árbol, en la miseria
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más abyecta, despojados de todo lo que era de ellos. (RFM, El pueblo
mexicano es apto para el comunismo. (REGENERACIÓN, 2 de septiembre
de 1911).
La lucha contra el capital, el clero y el poder a la que llamaría el Manifiesto de 1911
casi un mes después, encontraba aquí un sentido profundo: el objetivo de la lucha no era acabar
con el Estado, pues era un objetivo intermedio, porque el fin de la revolución era la
reorganización libertaria de la vida, y eso significaba necesariamente capacidad comunitaria de
autogestión. En otras palabras, la lucha anarquista del PLM tenía por objetivo final organizar
la vida sin la dominación local del capital, de la iglesia y del Estado, es decir, recrear formas de
organización que permitieran a las personas vivir en comunidad, dispuestas a reconstruir
colectivamente formas de subsistencia y de vida plena. Por ello, el Manifiesto reiteraba que:
Obrándose de la manera apuntada, esto es, siguiendo inmediatamente a la
expropiación la organización de la producción, libre ya de amos y basada en
las necesidades de los habitantes de cada región, nadie carecerá de nada a
pesar del movimiento armado, hasta que, terminado este movimiento con la
desaparición del último burgués y de la última autoridad o agente de ella,
hecha pedazos la ley sostenedora de privilegios y puesto todo en manos de los
que trabajan, nos estrechemos todos en fraternal abrazo y celebremos con
gritos de júbilo la instauración de un sistema, que garantizará a todo ser
humano el pan y la libertad. (MANIFIESTO 23/sept/ 1911).
Sólo se podría vivir en libertad sin la presencia del Estado, pero no bastaba con
destruirlo, sino que había que organizar la vida sin su presencia, y eso sólo podía hacerse
mediante autogestión, es decir, organizándose para conducir colectivamente la vida en todos
sus aspectos, como lo habían hecho los indígenas.
Sin embargo, Ricardo Flores Magón y otros magonistas, como la anarquista
estadounidense Voltairine de Cleyre (1911), aseguraban que el triunfo de la lucha por Tierra y
Libertad tenía en México la garantía de la histórica comunalidad, pero no la percibían viva, sino
que había sido vencida recientemente (“hasta hace veinte o veinticinco años”) por el efecto
brutal del capitalismo:
Las costumbres comunistas de estos pueblos son muy interesantes, y también
muy instructivas; las han estado practicando durante cientos de años, a pesar
de la civilización extranjera que estaba siendo injertada en México (injertada
en todos los sentidos de la palabra) y no fue sino hasta hace 40 años- (es más,
lo peor de ello no hace más de veinticinco años) que el creciente poder del
gobierno hizo posible destruir esta antigua forma de vida de la gente…
Con el desarrollo del régimen de Díaz y toda la política de “civilizar
México”… esta vida india ha sido quebrada, violada de forma tan despiadada
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como nunca se habían arrancado a algún pueblo sus raíces para tirarlas al sol
para que se marchiten como las malas hierbas. (DE CLEYRE, 1911).
La vida comunal percibida por el magonismo tenía tres aspectos fundamentales:
la organización basada en el apoyo mutuo,
la propiedad y uso colectivo de la tierra, y
el odio a la autoridad gubernamental.
Y al basarse en la vida comunal como recurso revolucionario, los magonistas se basaban
necesariamente en la fuerza de la comunidad, en el sentido y práctica de la vida en comunidad,
o más bien, de la vida como comunidad y por tanto en su fortalecimiento, recuperación o
constitución.
La resistencia en la revolución
En una lectura etnopolítica de la propuesta magonista, la secuencia esquemática sería la
siguiente: a la dominación capitalista se le enfrentó una resistencia comunal (que fue vencida)
y se organizó una revolución que liberaría a la sociedad al destruir al Estado y permitir la
reorganización libre de la vida con base en la resistencia comunal.
Recurrir a la experiencia histórica de siglos, que suponía desaparecida por causa del
capitalismo en la última generación (25 años), no significaba llamar a crear un mundo nuevo
después del triunfo, con humanos nuevos, sino que consistía en recuperar un pasado reciente
que había resistido durante siglos. Ese pasado positivo era una forma de organización que había
podido prescindir del Estado mediante una voluntad colectiva de seguir siendo lo que el
capitalismo había impedido. En otras palabras, significaba avivar la resistencia, recurrir a ella
como voluntad política. Y ella estaba basada en la forma de vida indígena, por lo que el futuro
de la sociedad libre debía seguir el ejemplo de la comunidad indígena, que en términos del
anarquismo se concebiría como autogestiva y libertaria.
Es importante señalar que la propuesta de comunidad autogestiva no era solamente para
comunidades rurales o específicamente indígenas, también era para ciudades, para los
desposeídos urbanos. Esto aparece en varios de sus cuentos, en los que narra la organización,
como El sueño de Pedro (Regeneración núm. 88, fechado el 4 de mayo de 1912) y Vida nueva,
del que reproduzco algunos párrafos:
Acaban de tomar la ciudad a sangre y fuego. No quedan en ella ni un burgués,
ni un sacerdote, ni un representante de la Autoridad, pues quien no pende de
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un poste telegráfico, yace en tierra, mostrando al sol sus gordas carnes
muertas, porque estos audaces trabajadores comprenden que, si se deja escapar
uno solo de estos parásitos, no tardará en regresar a la cabeza de una nube de
mercenarios para darles, en la sombra, un golpe por la espalda…
Han pasado diez as desde que las fuerzas proletarias tomaron la ciudad…
Los compañeros del grupo Los Iguales han terminado sus planes de
reconstrucción social, y tienen fijados anuncios en las esquinas de las calles,
por los cuales invitan a los habitantes de las diversas secciones de la ciudad a
que se reúnan en determinado sitio de cada sección para tratar asuntos de
interés común.
Lo primero que hay que hacer es indagar, con la mayor exactitud posible, el
número de habitantes que hay en la ciudad; hacer un inventario minucioso de
los artículos alimenticios y vestuario que existan en los almacenes y bodegas,
para calcular qué tanto tiempo podrá alimentarse y vestirse la población con
los efectos que se tienen a la mano…
Ramón explica la necesidad que hay, en vista de los datos suministrados, de
que todos los trabajadores de una misma industria se congreguen para que se
pongan de acuerdo en la organización del trabajo concerniente a su industria,
y una vez obtenido ese acuerdo, que delegados de los trabajadores de todas las
industrias se pongan de acuerdo también para producir lo que necesite la
población. Todos aprueban la idea, y este acuerdo es dado a conocer por
Gumersindo a las asambleas de las diferentes secciones de la ciudad, las que
reciben la idea con grandes muestras de entusiasmo. Una era de prosperidad y
de progreso se abre al frente de la ciudad redimida. (RFM, Vida nueva,
REGENERACIÓN núm. 212, 13 de noviembre de 1915).
En este cuento destaca la presencia de un campesino viviendo en la ciudad con otros
pobres proletarizados, quienes después de acabar con los representantes locales del Estado se
organizan con base en asambleas para crear uniones confederales de productores. El mundo
indigno que sostenían el capital, el clero y el gobierno era justamente lo contrario: el
individualismo, el aislamiento, el hambre, la injusticia, la impotencia, la desorganización, la
resignación.
El carácter autogestivo y libertario que percibía Flores Magón en la vida comunitaria
indígena, y que proyectaría a la ciudad liberada, tenía como aspectos relevantes los siguientes:
la asamblea como espacio de representación y acuerdos, el apoyo mutuo como forma principal
de relaciones interfamiliares, la colaboración libre y gratuita con el bien común, el carácter
colectivo de la producción, la gratuidad del intercambio, la celebración de la libertad y del deseo
de ser comunidad, la alegría de sus habitantes, la satisfacción de las necesidades. Esos aspectos
son justamente los que constituyen la vida comunal de cientos de comunidades oaxaqueñas en
la actualidad y que son la base de su resistencia contra el capitalismo y el colonialismo.
Todo esto permite ubicar el sentido de la definición de anarquía que formuló Ricardo
Flores Magón: “la anarquía es orden basado en el apoyo mutuo” (“La paz”, Regeneración, 3 de
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junio de 1911). Esa perspectiva de la propuesta magonista es la que la liga directamente con las
luchas indígenas posteriores y actuales (MUÑOZ; PALOMO; RECIO, 2022).
EL MAGONISMO ENTRE LOS INDÍGENAS DE OAXACA
Mostrar la capacidad de la vida indígena hoy llamada comunalidad para la conformación
de comunidades libres, ha permitido a los indígenas encontrar un sólido antecedente en la lucha
revolucionaria más radical habida en la historia del país para sus argumentos contemporáneos
de lucha. Los pueblos y comunidades indígenas de Oaxaca se reconocen hoy como comunales
y hacen visible su resistencia frente al colonialismo y capitalismo a través de la fuerza de su
comunalidad (BEAS, 2020).
El punto de encuentro más importante entre magonismo y resistencia indígena es la
comunalidad, y al ser la base desde la que se resiste se confirma el acierto de los magonistas al
encontrar en la vida indígena la fuerza autogestiva y de resistencia, sin nombrarlas con esas
palabras, para la liberación. Si la liberación tiene hoy la forma de autonomía, con más razón la
comunalidad puede ser tenida como una práctica libertaria dentro del Estado, es decir, una
práctica coherente en resistencia, a la espera de las condiciones propicias para la liberación.
Esas condiciones dependen de la actividad de los niños y jóvenes en tanto continuadores
de la resistencia comunitaria o del triunfo de la dominación capitalista a través de las
instituciones de Estado como la escuela, el juzgado, la clínica, las iglesias, etc.
Ante eso, Oaxaca cuenta con la incorporación de lo comunitario o comunal en la
formación escolar crítica de niños y jóvenes, no por voluntad del gobierno sino como logro de
organizaciones indígenas. En la educación básica, el sindicato de maestros impulsa desde 1980
un movimiento democrático que es el movimiento contrahegemónico más importante del país.
Los 90,000 trabajadores de la educación en Oaxaca (teniendo como su punta más coherente a
los 15,000 trabajadores de educación indígena) han desafiado al sistema educativo
gubernamental al que pertenecen, generando propuestas de educación comunitaria que llevan a
cabo en las escuelas bajo su control. La comunalidad es el horizonte que guía estas propuestas,
que se pueden ver tanto en el Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca como en
los trabajos de formación de docentes en la Escuela Normal Bilingüe e Intercultural de Oaxaca
(MALDONADO, 2020). Propuestas similares son impulsadas en otros estados, como
Michoacán, Guerrero y Chiapas por maestros de educación básica cuyas secciones sindicales
democráticas integran con la de Oaxaca la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación desde 1979.
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A nivel superior se desarrolla una creciente propuesta a través de la Universidad
Autónoma Comunal de Oaxaca, que fue creada en 2020 y que hoy tiene 17 centros
universitarios en comunidades de las sierras, los valles, el Istmo y la costa donde se atiende ya
a más de 500 jóvenes. Su primer rector es el teórico principal de la comunalidad: el antropólogo
zapoteco Jaime Martínez Luna. La comunalidad es la base y razón de la formación en las 22
licenciaturas y posgrados que ofrece, y lo más interesante de esta universidad es que los centros
se abren solamente en comunidades en los que existe algún grupo organizado con años de
trabajar en distintos ámbitos pero con una intención clara de compromiso con la comunidad y
con la continuidad de su vida comunal; esos grupos organizan a la comunidad para gestionar el
centro universitario y comprometen a su asamblea y autoridades a participar directamente en el
centro; y con el centro, estos grupos fortalecen su trabajo comunitario de años. Por ejemplo, el
Centro Universitario Comunal de Matías Romero, en el Istmo, tiene la licenciatura y maestría
en educación comunal, y la licenciatura en derecho indígena comunal, contando ya con campus
en tres comunidades del Istmo y la costa
1
.
CONCLUSIONES
La capacidad del magonismo para encontrar en el modo de vida indígena los cimientos
necesarios e históricos para reconstruir la vida social al triunfo de la revolución contra el capital,
el gobierno y el clero en cada comunidad y región, tiene que ver sin duda con la mirada
anarquista que no aspira al empoderamiento del partido sino al empoderamiento de la sociedad,
de la gente. Tener el poder de reorganizar la sociedad generando y garantizando orden basado
en el apoyo mutuo, en la capacidad autogestiva de la comunidad mesoamericana. Esto que
propuso el magonismo como base de la lucha revolucionaria por Tierra y Libertad, sería
recuperado décadas después en Oaxaca sin plena conciencia de este antecedente magonista-
como base para la lucha del movimiento indígena.
La idea de comunalidad en Oaxaca surge como una necesidad del movimiento indígena
en los años 80s, para ubicar las características fundamentales del ser indígena y entender el
potencial contrahegemónico de la vida comunal, es decir, tener y generar conciencia del sentido
de resistencia que se impulsa desde la comunalidad, como un conjunto de estrategias de
resistencia lingüística, cultural, política, social, económica, territorial frente a las formas
diversas y crecientes de la agresión colonial y capitalista contra las comunidades.
1
Ver https://uaco.edu.mx/centros-universitarios-comunales/.
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Muchas comunidades en Oaxaca resistieron a la acumulación originaria de capital y al
etnocidio del Estado mexicano y en ellas la comunalidad está viva, y también florece desafiante
en otras partes de la vieja Mesoamérica, como en Cherán, Michoacán (MORENO, 2017). Y
desde la escuela como espacio ocupado para fortalecer la resistencia comunitaria, se forman
generaciones que darán seguramente la razón al magonismo. Por ahora, la lucha no es contra el
Estado sino por fortalecer la comunidad y lo comunitario, por seguir resistiendo. Esto significa
formar generaciones de niños y jóvenes que reencuentren el valor etnopolítico de la comunidad
y lo comunitario dentro de su territorio y también fuera de él, desde los espacios de migración.
Pero que lo encuentren con sus propios referentes culturales, no sólo los que aportan la ciencia
y el pensamiento crítico, y que son básicos para entender y encontrar las formas y ritmos de la
dominación colonial y de la descolonización.
Nota: los textos de Ricardo Flores Magón y el Manifiesto de 1911 se pueden consultar en
http://archivomagon.net/
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muerte de Ricardo Flores Magón. Oaxaca: CSEIIO, 2012. 150p. Se puede descargar en:
https://drive.google.com/file/d/1gi3NE0UV7cxlVwF1KEtJbiGN5tF6XX7r/view?usp=sharing
MALDONADO, Benjamín. Comunalidad y responsabilidad autogestiva. Cuadernos del
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Recebido em: 28 de julho de 2022
Aceito em: 17 de dezembro de 2022