un poste telegráfico, yace en tierra, mostrando al sol sus gordas carnes
muertas, porque estos audaces trabajadores comprenden que, si se deja escapar
uno solo de estos parásitos, no tardará en regresar a la cabeza de una nube de
mercenarios para darles, en la sombra, un golpe por la espalda…
Han pasado diez días desde que las fuerzas proletarias tomaron la ciudad…
Los compañeros del grupo Los Iguales han terminado sus planes de
reconstrucción social, y tienen fijados anuncios en las esquinas de las calles,
por los cuales invitan a los habitantes de las diversas secciones de la ciudad a
que se reúnan en determinado sitio de cada sección para tratar asuntos de
interés común.
Lo primero que hay que hacer es indagar, con la mayor exactitud posible, el
número de habitantes que hay en la ciudad; hacer un inventario minucioso de
los artículos alimenticios y vestuario que existan en los almacenes y bodegas,
para calcular qué tanto tiempo podrá alimentarse y vestirse la población con
los efectos que se tienen a la mano…
Ramón explica la necesidad que hay, en vista de los datos suministrados, de
que todos los trabajadores de una misma industria se congreguen para que se
pongan de acuerdo en la organización del trabajo concerniente a su industria,
y una vez obtenido ese acuerdo, que delegados de los trabajadores de todas las
industrias se pongan de acuerdo también para producir lo que necesite la
población. Todos aprueban la idea, y este acuerdo es dado a conocer por
Gumersindo a las asambleas de las diferentes secciones de la ciudad, las que
reciben la idea con grandes muestras de entusiasmo. Una era de prosperidad y
de progreso se abre al frente de la ciudad redimida. (RFM, Vida nueva,
REGENERACIÓN núm. 212, 13 de noviembre de 1915).
En este cuento destaca la presencia de un campesino viviendo en la ciudad con otros
pobres proletarizados, quienes después de acabar con los representantes locales del Estado se
organizan con base en asambleas para crear uniones confederales de productores. El mundo
indigno que sostenían el capital, el clero y el gobierno era justamente lo contrario: el
individualismo, el aislamiento, el hambre, la injusticia, la impotencia, la desorganización, la
resignación.
El carácter autogestivo y libertario que percibía Flores Magón en la vida comunitaria
indígena, y que proyectaría a la ciudad liberada, tenía como aspectos relevantes los siguientes:
la asamblea como espacio de representación y acuerdos, el apoyo mutuo como forma principal
de relaciones interfamiliares, la colaboración libre y gratuita con el bien común, el carácter
colectivo de la producción, la gratuidad del intercambio, la celebración de la libertad y del deseo
de ser comunidad, la alegría de sus habitantes, la satisfacción de las necesidades. Esos aspectos
son justamente los que constituyen la vida comunal de cientos de comunidades oaxaqueñas en
la actualidad y que son la base de su resistencia contra el capitalismo y el colonialismo.
Todo esto permite ubicar el sentido de la definición de anarquía que formuló Ricardo
Flores Magón: “la anarquía es orden basado en el apoyo mutuo” (“La paz”, Regeneración, 3 de